martes, 28 de agosto de 2007

ENSAYO

Dios: Agente regulador de revoluciones de masas.
Por Valeria Astudillo

Todo comenzó con una simple revisión de un ensayo de historia. Me encontraba apaciblemente corrigiendo las alternativas erróneas de este, cuando de repente me encontré con una que me llamó la atención, y la interpelación decía más o menos así:
Los Romanos fueron un pueblo tolerante en materia religiosa, no obstante, realizaron una serie de persecuciones violentas contra los cristianos. La razón de ello se basaba en que este nuevo credo…Y fue ahí cuando descubrí la disyuntiva de todo este asunto: d) Era contrario a rendir culto al emperador.
Comencé, pues, a analizar tal afirmación y mi atención puso hincapié en la palabra “nuevo credo”; recordé, entonces, ese himno tan venerado por los católicos y descubrí que entre mis habilidades inconcientes (porque de veras hasta ahora, nunca le había tomado el peso a tal conocimiento en mi incorporado) aquel canto me lo sabía de memoria, al revés y al derecho. Me remonté entonces hacia mi infancia, recordaba perfectamente a la hermana María ensañándonos el célebre credo.
No podía creer que el credo estuviera tan presente en mi (…); a raíz de la magnitud de tal pensamiento me asaltó una gran duda: ¿Cuánta gente como yo no habrá en este planeta tierra? ¿Cuántos muchachos no tendrán conocimientos religiosos incorporados y ni siquiera se percatan de que los poseen fervientemente? Y es que Dios y todo lo que conlleve materia religiosa está más que presente en la conciencia humana, y si no está en el conciente está en subconsciente, pero está, sí o sí, hasta en el pensamiento del hombre más ateo del planeta tierra. Está en la ciencia, a lo largo de la historia, como motor fundamental de la filosofía, en el conocimiento humano, en el día a día etc. Desde que éramos unos pequeños, aun sin criterio desarrollado en plenitud… ¿De qué forma le podrías explicar a un niño de tres años la formación del planeta tierra?
Queramos o no, Dios estará siempre presente en nosotros ya sea en materia de debate, de discusión, o de favoritismo incondicional etc.
Pero desde mi punto de vista aquello me parece un tanto peligroso, no mayormente por la sociedad actual en la que vivimos, ni por el planeta tierra en general, si no por mí misma; debo reconocer que aquello me da un miedo terrible, ya que percatándome de la situación mencionada anteriormente puedo inferir con convicción que Dios no es más que un manipulador de cerebros, es decir, que este actúa como obstáculo de pensamiento, impidiendo que la gente o masa piense a cabalidad, paralizando todo tipo de reflexión sobre su estado actual o sobre el mundo, la vida etc.
Dios provoca en los seres humanos una ideología que mi juicio es bastante de endeble, por ejemplo, el tener que creer febrilmente, evitando de esta forma creer en algo mucho más transgresor y positivo como lo es tú mismo. Creo que un señor o cosa o lo que sea que sea que esté allá arriba no va a actuar por ti mismo; al fin y al cabo el que tendrá que luchar por la vida, problemas, sueños o lo que sea que se te presente en la vida, serás tú mismo y no “una fuerza superior”. Me parece que cuando un creyente está teniendo fe en Dios, aquel acto, aquel suceso que se da, se produce principalmente por el propio esfuerzo y convicción en él mismo, a lo cual se provoca un escenario en donde queda claramente manifestado un acto de inferioridad (del ser humano ante Dios) y de ilusión (ya que al fin y al cabo el que está actuando y produciendo beneficios es él mismo). Estas circunstancias no se dan sólo con un individuo, si no que se produce con miles. Tal evento termina por provocar una ideología colectiva, formándose masas monstruosas que creen palpitantemente en esta falacia.

Otro punto importante es la moral que dictan los distintos tipos de religiones. Tachando comúnmente cierto tipo de actos como “malos”, aquellos que van contra la moral de Dios. Un ejemplo claro de este suceso es el que se da en los colegios de formación católica, en los cuales se les dicta a las señoritas a que asistan al establecimiento con el jumper debajo de la rodilla. U otro caso aun más sobresaliente como es la prohibición de métodos anticonceptivos. Ante la iglesia católica el consumo de estos es considerado inaceptable, ya que impiden la procreación. O los mismos mandamientos que el señor dicta, los cuales consisten en no robar, en no codiciar a la esposa de tú hermano etc. Ante tantas propuestas de lo que es “moralmente correcto o incorrecto” a juicio del cuerpo religioso, me dan aun más ganas reírme en su cara, y en la de todos los que creen en aquello. Me parece que esto no es más que un medio regulador de masas, sistematiza el comportamiento, reglamenta el cerebro, normaliza las ideas etc. Aquella actúa como el mismo Dios que es posesivo y tirano obligándote a llevar una vida. Dictando normas, leyes, atreviéndose a manipular un factor que puede ser tan personal como lo es ética. De esta forma observamos un monstruo temible y perverso manipulando una sociedad en la cual nosotros somos el juguete, y los títeres.
Sé que mi pensamiento no es nuevo, Karl Marx, por ejemplo re-afirma mi teoría con la siguiente afirmación: “La religión es el opio del pueblo”, compara la religión con una droga que ofrece una felicidad falsa. (Ahí vemos la mentira en la que está sometido el ser humano al creer en algo ilusorio, que claramente no es, porque es él mismo); Decía también que esta (la religión) mantenía un orden establecido en la sociedad, y animaba a las personas a ver el cielo como una mejor forma de vida. También tenemos a Freud quien llama a la “Iglesia” una masa artificial, sobre la que actúa una coerción exterior (nosotros) que tiene la finalidad de preservarla de la disolución y evitar modificaciones a su estructura. Esto es muy importante dentro de todo este dilema existencial ya que podemos deducir La invención del mismo hombre ante Dios. Nos somos más que nosotros mismos los que le damos vida. Gracias a nosotros existe. A lo largo de la historia el hombre se ha encargado de inventar seres imaginarios con poderes sobre naturales, que rayan en lo fantástico. Un ejemplo vivo de la gran fantasía de este, es el cuento tan cómico que desde niños venimos escuchando: “que cristo nació del espíritu Santo”. ¿Desde cuándo los bebes nacen de la luz divina o algo por el estilo? ¿O por que sí? Según la verdad de la ciencia los bebes nacen por que se junta un espermio con un óvulo. ¡Nunca jamás en la existencia humana se podría dar tal fenómenos!, a menos, claro, que se de en el cerebro de un cristiano alucinador fanático. Que en esos casos es comprensible por motivos ya mencionados.
Ante todo el análisis antes discutido no podemos negar que Chile es un País sometido a este fenómeno, No somos solo nosotros, esto ocurre también en el resto del mundo y es que al ser humano se le hace inevitable sostenerse por las propias: Creer en que el Dios es él mismo. Chile es un país católico y posee una formación cristiana incondicional, cada día se suman más colegios motivados por una fe en Dios, cada día nacen más y más seres humanos los cuales están destinados a llevar una vida ligada a la fe de Cristo. Pero ¿Hasta cuándo seguirá esta realidad? ¿Cuándo el ser humano podrá actuar con real libertad? ¿O cuándo este podrá actuar de manera realmente inteligente priorizando en lo que realmente importa, lo que realmente es?
Creo que esa misma energía y convicción que tienen algunos en Dios podrían utilizarla para otros fines; los mismos chilenos, por ejemplo, para cambiar su realidad existente, su mediocre educación (ejemplo). En un Domingo de Ramos de semana Santa no cuesta nada ver a miles y miles de creyentes en iglesia, en misas, etc. Pero al momento de ver cuantos hay en las calles protestando por la susodicha educación. No vemos a ninguno, (o probablemente) hay una gran reducción de número. No cuesta nada rezarle al tatita dios para que se solucionen los problemas; pero no obstante, al momento de salir a la calle, enfrentar a los verdaderos causantes de TUS problemas, es preferible utilizar el famoso argumento: “si te golpean ofrece la otra mejilla.” Acto que habla por sí mismo.
Por ende puedo deducir que Dios es un monstruo y nosotros somos unas débiles ovejitas que seguimos al rebaño. A mi juicio es un problema, y como solución inmediata creo que podrías hacer la famosa revolución interna y cambiar el mundo a partir de ti mismo; o aun más fácil puedes matarte (para FINALIZAR el problema). O También podrías irte al campo, cosechar tus papitas, y vivir solo y feliz, creyendo tu propia verdad como única y verídica. O también puedes utilizar factor tolerancia, y comprender a ese rebaño, pero sin la necesidad de unirte a ellos. Sonreírle cuando te hablen sobre su Dios y punto final. O igualmente tienes el factor “lucha”, y puedes cambiar a la sociedad, pero aquello ya es un poco más difícil porque estamos hablando de una abismante diversidad de pensamientos, y lavarle el cerebro a todos va a ser un tanto complejo; pero no se pierde nada con luchar toda tu vida por intentarlo. A la vez dejo abierto el debate con la finalidad de ustedes mismos creen nuevas concepciones y teorías para cambiar esta realidad.

lunes, 27 de agosto de 2007

domingo, 19 de agosto de 2007

El mito de Sísifo


Sisyphus por Tiziano, 1549

Los dioses habían condenado a Sísifo a empujar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.
Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante, según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción. Difieren las opiniones sobre los motivos que le convirtieron en un trabajador inútil en los infiernos. Se le reprocha, ante todo, alguna ligereza con los dioses. Reveló sus secretos. Egina, hija de Asopo, fue raptada por Júpiter. Al padre le asombró esa desaparición y se quejó a Sísifo. Éste, que conocía el rapto, se ofreció a informar sobre él a Asopo con la condición de que diese agua a la ciudadela de Corinto. Prefirió la bendición del agua a los rayos celestes.
Por ello le castigaron enviándole al infierno. Homero nos cuenta también que Sísifo había encadenado a la Muerte. Plutón no pudo soportar el espectáculo de su imperio desierto y silencioso. Envió al dios de la guerra, quien liberó a la Muerte de manos de su vencedor. Se dice también que Sísifo, cuando estaba a punto de morir, quiso imprudentemente poner a prueba el amor de su esposa. le ordenó que arrojara su cuerpo sin sepultura en medio de la plaza pública. Sísifo se encontró en los infiernos y allí irritado por una obediencia tan contraria al amor humano, obtuvo de Plutón el permiso para volver a la tierra con objeto de castigar a su esposa. Pero cuando volvió a ver este mundo, a gustar del agua y el sol, de las piedras cálidas y el mar, ya no quiso volver a la sombra infernal.
Los llamamientos, las iras y las advertencias no sirvieron para nada. Vivió muchos años más ante la curva del golfo, la mar brillante y las sonrisas de la tierra. Fue necesario un decreto de los dioses. Mercurio bajó a la tierra a coger al audaz por la fuerza, le apartó de sus goces y le llevó por la fuerza a los infiernos, donde estaba ya preparada su roca. Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es en tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. no se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces como la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura. Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra.
Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. Si este mito es trágico, lo es porque su protagonista tiene conciencia.
¿En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su propósito?. El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo.
Pero no es trágico sino en los raros momentos en se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde conoce toda la magnitud de su condición miserable: en ella piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no venza con el desprecio.
Por lo tanto, si el descenso se hace algunos días con dolor, puede hacerse también con alegría. Esta palabra no está de mas. Sigo imaginándome a Sísifo volviendo hacia su roca, y el dolor estaba al comienzo. Cuando las imágenes de la tierra se aferran demasiado fuertemente al recuerdo, cuando el llamamiento de la dicha se hace demasiado apremiante, sucede que la tristeza surge en el corazón del hombre: es la victoria de la roca, la roca misma. La inmensa angustia es demasiado pesada para poderla sobrellevar. Son nuestras noches de Getsemaní.
Sin embargo, las verdades aplastantes perecen al ser reconocidas. Así, Edipo obedece primeramente al destino sin saberlo, pero su tragedia comienza en el momento en que sabe. Pero en el mismo instante, ciego y desesperado, reconoce que el único vínculo que le une al mundo es la mano fresca de una muchacha. Entonces resuena una frase desesperada: «A pesar de tantas pruebas, mi edad avanzada y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que todo está bien». El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de Dostoievsky, da así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua coincide con el heroismo moderno. No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir algún manual de la dicha. «¿Cómo? ¿Por caminos tan estrechos...?». Pero no hay más que un mundo. La dicha y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. Sería un error decir que la dicha nace forzosamente del descubrimiento absurdo. Sucede también que la sensación de lo absurdo nace de la dicha. «Juzgo que todo está bien», dice Edipo, y esta palabra es sagrada. Resuena en el universo y limitado del hombre. Enseña que todo no es ni ha sido agotado. Expulsa de este mundo a un dios que había entrado en él con la insatisfacción y afición a los dolores inútiles. Hace del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres. Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos.
En el universo vuelto de pronto a su silencio se alzan las mil vocecitas maravillosas de la tierra. Lamamientos inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierten en su destino, creado por el, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando.
Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre.


Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.
Albert Camus.

domingo, 12 de agosto de 2007

No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio.



Todos alguna vez en la vida nos hemos preguntado el por qué andan las micros, el por qué te diriges a ellas; el porqué este invierno fue más frío que el anterior, o el por qué hoy andas más sensible que ayer; En el caso de que te hayan asaltado, la primera pregunta que se te vendría a la mente sería: ¿Por qué mierda me tuvo que pasar a mí? ¿Por qué la puta micro justo ese día se demoró en pasar? Etc. etc. etc. Todo el mundo vive cuestionándose, algunos con preguntas más rebuscadas y otros con interrogantes simples y triviales.
Queramos o no, tengamos o no preguntas, La vida sigue, y he ahí el dilema. Y es que frente a tal problemática el ser humano nunca podrá contestar a preguntas tales: ¿Cómo se creó el planeta tierra? ¿Por qué existimos? ¿Qué sucederá después de que estemos muertos? (...)
Incógnitas de este tipo es la que intenta solucionar ciencias tales como lo son, por ejemplo la filosofía; pero ni siquiera esta a podido dar una respuesta satisfactoria a tal enigma, con pruebas verídicas que respalden que la respuesta que se está dando a tales interrogantes, sea la verdad pura y absoluta.

Es por eso que actualmente el ser humano tiene que buscar el planteamiento, la hipótesis y/o la tesis personal de “otros” para poder escoger la que más le acomode, o en la que más “cree” que se puede acercar o lo que es real; siempre tratando de descifrar, de creer, de confiar, pero nunca atesorando algo efectivamente certero, firme, sólido.
Aquella situación existente en el día a día me provoca una desesperación y angustia tremenda. Me parece un acto espantoso, horroroso, perverso, despreciable; y lo peor: No existe nada ni nadie a quién poder recriminarle toda esta podredumbre.

Otro acto, quizá aun más decadente y patético es el tratar de “sobre-vivir” en este mundo.
El tener que sacrificar prácticamente toda tu vida por conseguir “un algo” y luego, tiempo después, una vez que “lo conseguiste” tener que preguntarte: ¿Y ahora qué? Y Después de la felicidad, ¿Qué?
Probablemente todos hemos escuchado alguna vez aquella canción que dice más o menos así: Será un ingeniero dice el abuelo, o un gran arquitecto sería perfecto... O como olvidar el típico discurso de los padres: “Debes estudiar hijo, debes esforzarte, para así ser alguien en la vida”. Y es que para la sociedad lo moralmente correcto es sin duda alguna “una vida de esfuerzo, luchar por tus sueños, Estudiar, trabajar, etc. ¿Pero de qué sirve todo eso si tarde o temprano te vas a morir, y una vez muerto y enterrado en tú tumba ¿De qué habrá servido todo lo hecho en vida? ¿Tanto esfuerzo? ¿Tanto sacrificio? ¿Para luego vernos enterrados con gusanos comiendo de nuestra carne ya putrefacta?..
Y aun así está más que clara la situación del hombre en la actualidad, se les nota en sus propias caras, que cada día son más tristes e infelices. Basta con prender el televisor justo a las nueve de la noche, y ver en las noticias anuncios de muertes, asesinatos, suicidios, violaciones, guerras, etc. O en la calle, al momento de tomar una simple micro y subirse a esta: Los rostros de tus compañeros de viaje ¿Son los de la alegría personificada? ¿Irradian de felicidad? ¿Ves chispas en sus ojos?..o por último: ¿Se ven bien? ¿Tienen buen aspecto?

Están todos atrapados por la rutina, por la monotonía eterna, respirando por inercia, caminando sin un rumbo fijo, manejando autos contaminantes, consumiendo sin pensar en necesidades... siguiendo la vida creyendo ser fuertes, siguiendo la vida como si nada, pensando ingenuamente, creyendo en que algún día las cosas cambiarán y “todo será para mejor”.

Pero aun más terrible es el hecho de no poder decidir sobre tú propia vida, es decir, que “te obliguen a vivir”; Y es que a ninguno de los seres humanos le preguntan antes de nacer: ¿Ey, tú, quieres vivir? Cosa que debería ocurrir, ya que hay gente que sufre viviendo, gente que desearía “no haber existido nunca”... Entonces ¿Por qué no poder decidir frente a esa situación? ¡Se trata de tú propia vida! ¡Uno debería determinar sobre su propia existencia!

La vida termina siendo, entonces, una especie de dictadura, una fuerza maligna dominante sobre los individuos y estos débiles y vulnerables ante esta gran magnitud.
¿Qué puede hacer uno como ser humano ante tanta incertidumbre? ¿Será realmente necesario empeñarse en ver las cosas desde un punto de vista positivo? Y si sería correcto afirmar tal pregunta ¿Serviría de algo? ¿Esto realmente tiene un sentido? ¿Somos títeres? ¿Somos dioses? ¿Somos esclavos? ¿Qué somos? ¿Qué es la vida? (...)
Las preguntas siguen y seguirán siempre, o al menos hasta que alguien nos demuestre con pruebas concretas “algo”, pero mientras eso no ocurra, creo firmemente, que en un futuro no muy lejano, la humanidad entera no será capaz de soportar y terminará por trastornarse, o por acabar con su propia vida.

Valeria Astudillo.