domingo, 12 de agosto de 2007

No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio.



Todos alguna vez en la vida nos hemos preguntado el por qué andan las micros, el por qué te diriges a ellas; el porqué este invierno fue más frío que el anterior, o el por qué hoy andas más sensible que ayer; En el caso de que te hayan asaltado, la primera pregunta que se te vendría a la mente sería: ¿Por qué mierda me tuvo que pasar a mí? ¿Por qué la puta micro justo ese día se demoró en pasar? Etc. etc. etc. Todo el mundo vive cuestionándose, algunos con preguntas más rebuscadas y otros con interrogantes simples y triviales.
Queramos o no, tengamos o no preguntas, La vida sigue, y he ahí el dilema. Y es que frente a tal problemática el ser humano nunca podrá contestar a preguntas tales: ¿Cómo se creó el planeta tierra? ¿Por qué existimos? ¿Qué sucederá después de que estemos muertos? (...)
Incógnitas de este tipo es la que intenta solucionar ciencias tales como lo son, por ejemplo la filosofía; pero ni siquiera esta a podido dar una respuesta satisfactoria a tal enigma, con pruebas verídicas que respalden que la respuesta que se está dando a tales interrogantes, sea la verdad pura y absoluta.

Es por eso que actualmente el ser humano tiene que buscar el planteamiento, la hipótesis y/o la tesis personal de “otros” para poder escoger la que más le acomode, o en la que más “cree” que se puede acercar o lo que es real; siempre tratando de descifrar, de creer, de confiar, pero nunca atesorando algo efectivamente certero, firme, sólido.
Aquella situación existente en el día a día me provoca una desesperación y angustia tremenda. Me parece un acto espantoso, horroroso, perverso, despreciable; y lo peor: No existe nada ni nadie a quién poder recriminarle toda esta podredumbre.

Otro acto, quizá aun más decadente y patético es el tratar de “sobre-vivir” en este mundo.
El tener que sacrificar prácticamente toda tu vida por conseguir “un algo” y luego, tiempo después, una vez que “lo conseguiste” tener que preguntarte: ¿Y ahora qué? Y Después de la felicidad, ¿Qué?
Probablemente todos hemos escuchado alguna vez aquella canción que dice más o menos así: Será un ingeniero dice el abuelo, o un gran arquitecto sería perfecto... O como olvidar el típico discurso de los padres: “Debes estudiar hijo, debes esforzarte, para así ser alguien en la vida”. Y es que para la sociedad lo moralmente correcto es sin duda alguna “una vida de esfuerzo, luchar por tus sueños, Estudiar, trabajar, etc. ¿Pero de qué sirve todo eso si tarde o temprano te vas a morir, y una vez muerto y enterrado en tú tumba ¿De qué habrá servido todo lo hecho en vida? ¿Tanto esfuerzo? ¿Tanto sacrificio? ¿Para luego vernos enterrados con gusanos comiendo de nuestra carne ya putrefacta?..
Y aun así está más que clara la situación del hombre en la actualidad, se les nota en sus propias caras, que cada día son más tristes e infelices. Basta con prender el televisor justo a las nueve de la noche, y ver en las noticias anuncios de muertes, asesinatos, suicidios, violaciones, guerras, etc. O en la calle, al momento de tomar una simple micro y subirse a esta: Los rostros de tus compañeros de viaje ¿Son los de la alegría personificada? ¿Irradian de felicidad? ¿Ves chispas en sus ojos?..o por último: ¿Se ven bien? ¿Tienen buen aspecto?

Están todos atrapados por la rutina, por la monotonía eterna, respirando por inercia, caminando sin un rumbo fijo, manejando autos contaminantes, consumiendo sin pensar en necesidades... siguiendo la vida creyendo ser fuertes, siguiendo la vida como si nada, pensando ingenuamente, creyendo en que algún día las cosas cambiarán y “todo será para mejor”.

Pero aun más terrible es el hecho de no poder decidir sobre tú propia vida, es decir, que “te obliguen a vivir”; Y es que a ninguno de los seres humanos le preguntan antes de nacer: ¿Ey, tú, quieres vivir? Cosa que debería ocurrir, ya que hay gente que sufre viviendo, gente que desearía “no haber existido nunca”... Entonces ¿Por qué no poder decidir frente a esa situación? ¡Se trata de tú propia vida! ¡Uno debería determinar sobre su propia existencia!

La vida termina siendo, entonces, una especie de dictadura, una fuerza maligna dominante sobre los individuos y estos débiles y vulnerables ante esta gran magnitud.
¿Qué puede hacer uno como ser humano ante tanta incertidumbre? ¿Será realmente necesario empeñarse en ver las cosas desde un punto de vista positivo? Y si sería correcto afirmar tal pregunta ¿Serviría de algo? ¿Esto realmente tiene un sentido? ¿Somos títeres? ¿Somos dioses? ¿Somos esclavos? ¿Qué somos? ¿Qué es la vida? (...)
Las preguntas siguen y seguirán siempre, o al menos hasta que alguien nos demuestre con pruebas concretas “algo”, pero mientras eso no ocurra, creo firmemente, que en un futuro no muy lejano, la humanidad entera no será capaz de soportar y terminará por trastornarse, o por acabar con su propia vida.

Valeria Astudillo.

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