viernes, 19 de diciembre de 2008

El día de Clara


Clara se despierta a las 5.30 de la mañana. Una vez que se levanta de la cama se va directamente al refrigerador. El suelo de baldosa gélido bajo sus pies le es indiferente. Toma alguna fruta, un pedazo de pastel y un poco de tallarines. Una vez que los devora se va al baño a defecar. Luego de limpiarse se lava los dientes. Después de esto prende el televisor y observa imágenes, todos los canales pasan frente a sus ojos. Se detiene y prende el dvd, reproduce la grabación de la noticia que tanto mal le hace. Llora desconsoladamente, luego vuelve al refrigerador y extrae de él un recipiente lleno de choclo cocido, al cual le agrega mayonesa y ají. Come tan rápido que se atora; para y bebe un poco de agua. Se siente mal y se dirige al baño a vomitar.
Clara se mira al espejo, observa su cuerpo y sonríe. Su antigua aversión por todo, incluso por ella misma, se ha incrementado desde la estúpida noticia.

Cuando decide que debe salir del departamento se ducha, se viste, se peina y se pone sus lentes de contacto color naranjo. Los lunes se pone los violeta, los martes y jueves opta por los verdes; Los miércoles y los viernes: naranjo, y los sábados y domingos los de color blanco. De pronto se detiene, mira sus manos dibujadas contra el blanco amarillento y sucio del lavamanos. ¿Por que lo haces? Se pregunta.
Una vez que cree que luce bien, sale del departamento con rumbo a la universidad, cuando entra lo primero que hace es observar el reloj 8:30; piensa ¿Qué sentido tiene estudiar filosofía? ¿Qué sentido tiene que el reloj marque las 8.30? ¿Que sentido?

Toda la mañana está en clases. Entremedio de estas, en los recreos, se dirige a los pastos de su facultad y se acuesta mirando el cielo y piensa; o por lo menos lo intenta. Se siente como un recipiente vacío llenándose con el mundo. A veces se va a pleno centro y observa a la gente que viene y va, observa sus rostros y se pregunta sobre la vida de cada uno: ¿Quién es esa mujer de pantalones holgados y risa falsa, que lleva un sombrero de época?, o ¿cuáles son los sueños del calvo con sandalias y anteojos verdes?
Mira los edificios, la calle, los automóviles, las vitrinas de las tiendas, el pasto, el cielo, los perros… todo; lo abarca todo. Y en su cabeza una afluente infinita de pensamientos.


Cuando expira el horario de clases vuelve a su departamento. Abre el refrigerador y esta vez extrae de él choclo crudo y sin mayonesa. Bebe un poco de agua mineral y posteriormente el último pedazo de chocolate blanco que estaba hace tres semanas en la hielera. Se siente sola y llora.
Luego duerme una pequeña siesta. Cuando despierta, se lava la cara y se dirige a la universidad – algunos días tiene clases en la tarde- cuando llega descubre que el profesor nuevamente faltó. Se pone nerviosa y se come las uñas. Compra en algún almacén o supermercado, galletas, yogurt y dos barras de chocolate. Cuando se termina de comer todo se junta con alguna amiga. Hoy está disponible Katti.

Ambas van a un súper antro. Beben alcohol y después pasean por la ciudad. Cuando deciden despedirse, clara vuelve a su departamento y esta vez sin ganas de nada, completamente cansada. No puede evitar sentirse triste y sola y comienza a llorar. Mira la puerta y espera. Desea con toda su alma que entre alguien y la salve… la salve del mundo, de si misma, de todos.
Nada sucede. Grita esperando que alguien acuda. La ciudad sigue su ritmo. Desea que todo termine.

Se queda dormida en el acto. Cuando despierta observa el reloj: 22.30 –piensa- ¿Qué sentido tiene que sean las diez y media? ¿Por que siquiera miro la hora?...Entonces comienza a sentirse vacía y no haya nada mejor que prender la tele y el dvd para observar la noticia que tanto mal le hace. Abre el refrigerador, y en él ya no queda más que una lechuga y un pote de mayonesa. Se sirve la lechuga con mayo. Ahora la comida parece introducirse automáticamente en ella. Es como si fuera aire. Luego de esto llama a sus padres, habla con su mamá, le pide que por favor mañana le lleven al departamento mercadería, ya que su refrigerador está vacío y tiene mucha hambre. Su madre le dice que quizá (solo quizás) mañana pueda pedir permiso en el trabajo para ir a dejarle personalmente la comida. Pero duda, ya que en estos casos es mejor enviar a la nana. Una vez que finalizan la conversación, Clara prende su laptop, descarga discos y escucha música. Luego lee un artículo en Internet, en el cual informa que con éxito se está llevando a cabo el nuevo proyecto implementado por el gobierno, en el que se dictan una serie de reformas hacia la educación. En varios colegios, ya se han reemplazado profesores por androides, los cuales están diseñados y capacitados para educar a todos los niños y jóvenes del país.
A Clara extrañamente ya no le sorprende, está resignada.

Va al baño y se mira al espejo, sonríe, se saca sus lentes de contacto y los deja encima del lavamanos.
Está cansada. Observa el reloj, son las dos y media de la mañana. Vuelve a su PC y escribe algunas cosas que siente. Y de paso redacta lo que será “su gran plan”. Cuando ya está destrozada y su cuerpo no da para más, se pone su pijama de osito, se lava los dientes y se acuesta en la cama. Aun no puede entender porque despierta y porque duerme.
Sonríe y se duerme.




Valeria Astudillo

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