domingo, 18 de enero de 2009

Mujer con Cabeza de Rosas

En el horizonte un pato gris me saluda

Un hombrecito mirando hacia el oeste con su sombra detrás

La luz le llega de frente

En la cara

Distingue, distingue

La muchacha con vendas de colores exclama al pasar

Sus flores son relucientes y de múltiples colores

Una mano negra

Un brazo color amarillo degradado

Vendas de felpa cubren sus senos celestiales

Y una pierna de cartucho le carcome la cintura

¡Basta de poesía!

Exclama la nena de uña rojas y cara cubierta

No quiere mirar, se le escucha que habla, que murmura

Pero no quiere mirar.

Está harta de la carta, está harta de esos dedos que calculan las metáforas

De esos ojos sobresalientes que profundizan en el océano de la humedad

Su vestido costó veinticinco mil pesos,

Y el pañuelo rojo que cubre parte del torso

Simplemente lo compró en la boutique de la ciega Romana

La silla con patas de cristal

Con piernas de cristal y zapatitos de tacos

Se abraza a si misma con brazos de flamenco,

Respira, suspira.

Inhala, exhala

Y se mueve como una serpiente geométrica

Respaldo de papel

De oro, de cobre

De metal puro

Denso y duro como la agonía en el desierto

En el horizonte infinito de la protagonista con cabeza de rosas

De fondo, a un costado, un león nos saluda con cara de mediocridad gemida

Un monte de cerros palpitantes y ramas verdes se asoman por su cabeza

Unos dientes afilados, una boca cautivante

Y un aliento a cueva.

¡Allí es! Exclama la silla

Allí fue donde dejé los cuadernos de sueños somnolientos

Allí fue donde me miraste por primera vez y

Contemplé a Nicolás,

Allí fue mi perdición.

Entonces la joven de uñas rojas rompe la carta en mil pedazos,

Se cansa, ahora de la música, del sonido latente

Y se dirige sigilosamente en dirección

a la boca-cueva del león.

La piedra y su sombra las saludan en el acto

El caminante y su sombra piensa ella.

Se aburre de la poesía, pero no de la filosofía.

Navega por los treinta mares, suspira los siete sentidos

Y se sumerge en las profundidades del éxtasis color azul

¡Mira el cielo! Reclama Dalí,

¡Miren el cielo bastardos! ¡Escúchenlo!

Allí estaba, todo azul, primero casi negro, luego azul plomo

Casi dorado, bajemos un poco más, ¡subamos!

Degradación de golondrinas

Hambre materna

Leche desértica

Un celeste intenso con retoques de blanco

Me conformo con apreciar el blanco

Y adoro también esas sombras que nos regaló Peter pan

Y que ahora se proyectan tan intensamente en este desierto azulado

Desierto azulado

Desierto azulado

Desierto azulado

Desierto de filas infinitas, de rayas infinitas

De líneas paralelas

De líneas que se confunden con mi canto

De líneas rojas

De líneas coloreadas

Perspectiva ¿a quién querías agradar?

¿No te das cuenta que la mujer con cabeza de rosas está bailando?

¡No está bailando! ¡Está declamando!

¡Pero mejor aun! ¡Cómo no se dan cuenta trogloditas!

Grita el hombre desde lo lejos del horizonte

¡¡Tiene unas manos sobrecogedoras en el vientre!!

¡¡Fíjate en la cintura!!!

¡¡Contempla la cintura!!

Y ahí estaban, las manos de la virgen,

De la virgen santa que dio su vientre por esas telas rojas

Por ese sol ennegrecido

Y por esa lengua que rodea a la modelo de en frente

Los tacones de la mesa piden a gritos saludos de la silla

Estas se dialogan, pero muy a la distancia,

Nadie lo nota

Sobre la mesa un huevo

Bajo el huevo una mano sosteniendo la mesa

Y la mano acaricia toda la tela en profundidad

Y es la única que entiende todo

Y que destruye con su altanería

La queremos, no quiere declamar la flaca

Y los costados con la firma comienzan a cerrarse,

Llegó la hora de irnos, más nosotras siempre queremos quedarnos aquí

En este desierto subterráneo

Más saben que el tiempo apremia y que si llegan tarde

a la cueva del león no podrán entrar.

Todos se saludan.

Todos se ignoran cordialmente.

Se abrazan, se sobrecogen, se cogen

Y vuelven a sus posiciones

Hablan, golpean, gritan, lloran, saltan,

Se ahogan en un mar de lágrimas

Están todos tristes porque mañana será otro día

Y porque no quieren llegar tarde a la cueva del león.

El cielo les habla, descubren que ya no queda nada más.

Entonces la mujer con cabeza de rosas se mueve de manera sexy

La frágil serpiente de uñas rojas se inclina sutilmente

De manera desgarrante y autodestructiva a

Leer su poesía amada

Y el hombre del horizonte, la cueva del león

La silla sabia y la mesa con su hijo huevo

Respiran quietos en el desierto azulado.

2 comentarios:

oficio erico dijo...

mediomuchapena, nostalgia
un recuerdo muerto
leer tu blog
cuando lo veiamos juntos
cuando eras tan alegre mostrandome tus cositas
me llamabas tanto la atencion


martes 6 octubre.

oficio erico dijo...

y viceversa